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Buenos venezolanos

Foto tomada de @gustavodudamel En una semana murieron dos grandes venezolanos: el artista plástico Mateo Manaure (Monagas, 1926) y el maestro José Antonio Abreu (Trujillo, 1939). Desde sus ámbitos artísticos, la pintura uno y la música otro, ambos sembraron semillas de identidad que agradeceremos por siempre. Manaure falleció el lunes 19 de marzo, a los 91 años, dejando una vasta obra pictórica, abstracta y figurativa, además de su ejemplo de constante trabajo y empeño en la formación; el maestro Abreu murió este sábado 24 de marzo, a los 78 años, con la satisfacción de haber creado una de las obras más hermosas que un ser humano pueda legar: el amor por la música en los niños. El Sistema Nacional de Coros y Orquestas Juveniles e Infantiles  de Venezuela es una muestra de lo que puede dar este país y su gente; este país que hoy se siente arrinconado por una crisis moral y económica sin precedentes, pero que tiene en Manaure y Abreu, Jacinto Convit y Simón Díaz, Humberto Fern
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Religión que nos separa

¿Cuál es el precio que hay que pagar para tener a Dios de nuestro lado? ¿A quién le pertenece? ¿Existe Dios? Cuántas preguntas llega uno a hacerse por estos días cuando observa que mucha gente -gente que uno conoce de cerca- busca desesperadamente  a Dios, y en ese frenesí  por creer en el Dios correcto, es capaz de pensar que son los pastores y los sacerdotes los únicos que saben cuál es el verdadero, dónde está y cómo podemos hacer para que nos escuche. Sus semejantes, si tienen otra religión, están equivocados y serán devorados por las llamas del infierno (o cualquier otro lugar donde lo pasen mal). Total, es su culpa no creer en el verdadero Dios. Es parte de la historia lo que ha ocurrido dentro de la Iglesia católica y ese debate sobre sus omisiones y faltas temo que durará un largo tiempo más. Mientras, leo que la Iglesia Universal del Reino de Dios, mejor conocida como Pare de sufrir, está siendo investigada por supuestamente blanquear unos 235 millones de dólares en donacio

Significado del entusiasmo

Una sola palabra puede tener cientos de significados y cada uno de éstos adaptarse a lo que queremos expresar, es cierto. De hecho, ésa es su razón de ser, sin embargo, hace poco leí un libro que para mí reveló que hay palabras que tienen un solo significado. Es el caso de la palabra entusiasmo . De acuerdo con el Drae (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española), significa: ( Del lat. tardío enthusiasmus, y este del gr. ἐνθουσιασμός). 1. m. Exaltación y fogosidad del ánimo, excitado por algo que lo admire o cautive. 2. m. Adhesión fervorosa que mueve a favorecer una causa o empeño. 3. m. Furor o arrobamiento de las sibilas al dar sus oráculos. 4. m. Inspiración divina de los profetas. 5. m. Inspiración fogosa y arrebatada del escritor o del artista, y especialmente del poeta o del orador. Pero para mí, ninguna refleja mejor su sentido que la descripción primera que formularon los griegos: (del theós thimós):   "Tener o s

Historia de los 33

El plan B dio resultado. Hoy, 9 de octubre (3 veces 3),  la perforadora ha llegado hasta los 33 mineros que se encuentran atrapados en la mina  San José , en Chile, desde el 5 de agosto pasado. El éxito de los trabajos de perforación, que precisamente hoy cumplían 33 días ,  ha sido celebrado por los familiares de los mineros -quienes se encuentran en el campamento Esperanza- con una emocionada concentración en el cerro donde ondean las 33 banderas que fueron colocadas para honrarlos. Como bien lo ha dicho el presidente chileno, Sebastián Piñera , "lo que comenzó como una posible tragedia está terminando como una verdadera bendición". Durante dos meses, estos hombres tan iguales en la necesidad como diferentes en sus historias de vida, han tenido que lidiar con el calor, la humedad, la incertidumbre y las restricciones propias que impone el hallarse a casi 700 metros de profundidad. Arriba, donde el mundo no se detiene, los medios de comunicación se han dado un banqu

Lluvia de septiembre

Está lloviendo en Venezuela. Y otra vez, como si se tratara de una circunstancia inevitable, se únen el mal tiempo y un nuevo llamado a elecciones. Es difícil olvidar lo que pasó el 15 de diciembre de 1999, cuando mientras se aprobaba la nueva Constitución, sobrevino la tragedia de Vargas, donde murieron cientos de personas por los deslaves de esos días. Lamentablemente,  este mes de septiembre registra la muerte de, al menos, 15 venezolanos debido a los derrumbes generados por las fuertes lluvias. Resulta curiosa esta coincidencia; alguien, quizás, podrá dar una explicación en el futuro, pero mientras tanto seguimos lidiando con los resultados que una y otra dejan cada vez que ocurren. En el primer caso, las consecuencias de los aguaceros nos recuerdan que buena parte de los venezolanos vive en zonas de riesgo, sin que las autoridades intervengan -a tiempo, quiero decir- para evitar las pérdidas humanas y materiales. En el segundo, los principales responsables somos nosotros

Nada es gratuito

Como en el cine, donde ninguna imagen es gratuita -cada toma aporta sentido y coherencia al filme-, el último episodio de la históricamente difícil relación entre Venezuela y Colombia constituye la nueva pieza del -por ahora- expediente imaginario que se construye contra la paz de ambos países y por ende, de Latinoamérica. La decisión del Gobierno venezolano de romper relaciones diplomáticas con el vecino país, tras considerarse agredido por la administración del saliente presidente Álvaro Uribe Vélez, quien lo acusa ante la OEA de amparar a la guerrilla de las Farc en nuestro territorio, representa el más delicado resultado de cuantas dificultades han protagonizado las dos naciones en los últimos nueve años. Lo grave del asunto es que esta crisis binacional, de permanentes denuncias desde Bogotá hacia Venezuela, pero sin pruebas concretas y sin que de este lado se demuestre oportunamente que son infundadas -según asegura Miraflores-, han sido expuestas más en el escenario medi

El corazón de Ingrid

Caras vemos, corazones no sabemos. Sabio dicho popular que encaja muy bien con la última noticia que tiene como protagonista a la ex candidata presidencial de Colombia, Ingrid Betancourt y su familia. Su solicitud al Estado colombiano de una indemnización por 6,5 millones de dólares (15 mil millones de pesos) por los daños y perjuicios que le dejó el secuestro que vivió durante seis años a manos de las Farc (2002-2008), ha dejado con la boca abierta a más de uno. Y no es para menos. Desde el presidente Álvaro Uribe, próximo a abandonar la Casa de Nariño, hasta el más humilde de los ciudadanos del país hermano, jamás imaginaron que sería la franco-colombiana Ingrid Betancourt, de rostro amable y verbo combativo, amiga de las causas más nobles y crítica de la corrupción, quien exigiría que se le compensara por haber padecido tan dramática experiencia. Hasta allí, estoy segura, los colombianos podrían estar de acuerdo. El Estado está en la obligación de velar por la seguridad y e