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Lluvia de septiembre

Está lloviendo en Venezuela. Y otra vez, como si se tratara de una circunstancia inevitable, se únen el mal tiempo y un nuevo llamado a elecciones.

Es difícil olvidar lo que pasó el 15 de diciembre de 1999, cuando mientras se aprobaba la nueva Constitución, sobrevino la tragedia de Vargas, donde murieron cientos de personas por los deslaves de esos días.

Lamentablemente,  este mes de septiembre registra la muerte de, al menos, 15 venezolanos debido a los derrumbes generados por las fuertes lluvias.

Resulta curiosa esta coincidencia; alguien, quizás, podrá dar una explicación en el futuro, pero mientras tanto seguimos lidiando con los resultados que una y otra dejan cada vez que ocurren.

En el primer caso, las consecuencias de los aguaceros nos recuerdan que buena parte de los venezolanos vive en zonas de riesgo, sin que las autoridades intervengan -a tiempo, quiero decir- para evitar las pérdidas humanas y materiales.

En el segundo, los principales responsables somos nosotros. Ir a votar, opinar y decidir quién nos representará en determinados cargos, sólo es posible si ejercemos nuestro derecho y deber.

Este 26 de septiembre, 17,5 millones de venezolanos estamos convocados a elegir a los 165 nuevos diputados de la Asamblea Nacional.

Hace cinco años, tuvimos la misma oportunidad, sólo que un sector de la oposición -que por lo visto se ha venido imponiendo sobre la mayoría- decidió que sus representantes al Parlamento no participaran. Luego y, a cuentagotas, han venido reconociendo el grave error que cometieron. Tarde, porque el agua ya estaba derramada.

Espero que los mensajes contradictorios de algunos opositores, como: "No confiamos en el CNE, pero tenemos que votar", "No hay garantías" y otras célebres frases popularizadas en los últimos 11 años, no afecten la asistencia de electores a los centros de votación este domingo. Cómo falta liderazgo, unidad y coherencia para convencer a tanto Ni-Ni.

En el oficialismo, la maquinaria y la ventaja de contar con un líder natural (el presidente Hugo Chávez), son sus principales fortalezas. Los vientos que llaman a votar a su militancia se notan más sincronizados, dirigidos en un mismo sentido, el llamado socialismo del siglo XXI. 

Amanecerá y veremos. Ojalá y lo que tengamos sea entusiasmo y largas colas; prudencia en el actuar y el hablar; orden y respeto por el otro, por el hermano.

Qué lluevan votos, que el caudal de la participación sea enorme y el mejor signo de que somos un país espléndido, donde hay mucho por hacer y donde cabemos todos, porque a fin de cuentas tenemos una misma madre: Venezuela.

¡Feliz domingo!

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