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¡Paren el mundo que me quiero bajar!

Mafalda, siempre Mafalda. Tan pequeña, tan terrible, tan sabia. Leyendo los titulares de la prensa, aquellos que refieren los daños al ambiente causados por el vertido de crudo en el Golfo de México, tras la explosión de una plataforma petrolera el pasado 20 de abril, se me viene a la mente su famosa exclamación: ¡Paren el mundo que me quiero bajar!

De las fotos que muestran las consecuencias del derrame y las dificultades para detenerlo basta pasar a la noticia del quinto ataque de asesinos en escuelas en China que ha dejado como saldo, desde marzo hasta ayer, 15 niños y tres adultos muertos y más de 80 personas heridas, para pensar que el mundo no puede estar peor.

Y aunque no lo queramos aceptar, sí, está peor. Lo está porque termina la primera década del siglo XXI y en lugar de idear soluciones para cuidar y mejorar nuestro espacio común y vital -único para más señas-, lo que hacemos es destruirlo a la menor oportunidad.

Y no hablo exclusivamente de los mega-daños ambientales y los asesinos en serie ocultos como personas normales en cualquier pueblo o ciudad, sino de los pequeños daños que causamos al ambiente, al prójimo, a nosotros mismos todos los días, también a la menor oportunidad.

Malgastar el agua (¡cuando por fin llega!), la electricidad (cuando no nos la quitan) y desperdiciar comida o guardar en el clóset ropa que N-U-N-C-A nos volveremos a poner, eso también es grave, porque alguien más la necesita.

El mundo está mal, y nosotros también, porque en este momento avanza, contra toda protesta, la futura aplicación de la Ley SB-1070 en el estado de Arizona (Estados Unidos), aprobada para controlar la inmigración ilegal, pero que en esencia se sustenta sobre bases discriminatorias y racistas. Y lo preocupante es que otros estados de la Unión la consideran como un modelo a seguir y hasta una reciente encuesta refleja que 73% de los estadounidenses está de acuerdo con ella.

Y hasta aquí lo dejo, porque no quiero ni comentar la verdadera tragedia que viven los griegos por estos días y que el diligente Fondo Monetario Internacional (FMI) va a solucionar en un dos por tres.

¿Que no todo es tan malo? Es cierto, aún  nos queda un comodín: la esperanza.

Algo más: les recomiendo leer este artículo para la reflexión: "Me caí del mundo". Tiene mucho que ver con la exclamación de Mafalda.

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