Como en el cine, donde ninguna imagen es gratuita -cada toma aporta sentido y coherencia al filme-, el último episodio de la históricamente difícil relación entre Venezuela y Colombia constituye la nueva pieza del -por ahora- expediente imaginario que se construye contra la paz de ambos países y por ende, de Latinoamérica. La decisión del Gobierno venezolano de romper relaciones diplomáticas con el vecino país, tras considerarse agredido por la administración del saliente presidente Álvaro Uribe Vélez, quien lo acusa ante la OEA de amparar a la guerrilla de las Farc en nuestro territorio, representa el más delicado resultado de cuantas dificultades han protagonizado las dos naciones en los últimos nueve años. Lo grave del asunto es que esta crisis binacional, de permanentes denuncias desde Bogotá hacia Venezuela, pero sin pruebas concretas y sin que de este lado se demuestre oportunamente que son infundadas -según asegura Miraflores-, han sido expuestas más en el escenario medi
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